La primera vez que estuvimos en la zona de La Toba, "se nos cayeron los palos del sombrajo". Teníamos como referencia serrana Arroyo Frío y la rivera del río Guadalquivir, siendo el contraste realmente grande. La Huelga Utrera poseía un alumbrado público consistente en unas pequeñas bombillas, parecidas a las de los viejos frigoríficos, cuyo filamento apenas se ponía rojo, no incandescente, por lo que el aspecto nocturno era fantasmagórico. En La Toba, el hoy bar "Parra" era uno de esos "garitos" con rancia solera que tanto nos gustan. La luz iba a impulsos y suponemos que era debido a que aun funcionaría la rudimentaria dinamo que se encargaba del suministro eléctrico (según cuenta Inocente, estuvo en servicio hasta finales de los ochenta-primeros de los noventa y aun permanece allí). La aldea todavía conservaba buena parte de las edificaciones tradicionales que hoy están casi totalmente remodeladas o demolidas y levantadas de nuevo.
Esta ruta o mejor dicho micro-ruta ofrece, en un cortísimo recorrido, esencia serrana concentrada al máximo y combina naturaleza con huellas de una reciente e intensa actividad humana. Ya hemos comentado en alguna ocasión que esta parte de la sierra conserva tesoros etnológicos que, tras la masiva emigración de las décadas pasadas, están a punto de perderse para siempre. Uno de esos tesoros es el molino de Las Casicas del Río Segura, una instalación que milagrosamente no ha sucumbido al ansia constructiva y "reconstructiva" de la nefasta explosión inmobiliaria. La ruta arranca precisamente junto al molino y remonta el río por un itinerario abrupto y sorprendente en el que el líquido elemento es el principal protagonista. A pesar de circular por el lecho del río, bastante encajonado, el espectáculo visual es apabullante. Al salir del río nos internaremos en la aldea de La Toba para visitar la dinamo. Esta actividad puede resultar el complemento ideal para otra ruta senderista por los alrededores o simplemente dedicar una mañana o tarde a la misma. A pesar de que la longitud de la ruta no supera los dos kilómetros (ida y vuelta), no es un recorrido recomendable para hacer con niños.
Aviso importante: Adentrarse en el cauce de los ríos de nuestra sierra puede ser peligroso especialmente en época de tormentas. El caudal puede aumentar mucho repentinamente. Es un ecosistema extremadamente frágil por lo que debemos extremar nuestro cuidado. El río Segura y sus tributarios (Madera, Zumeta, etc.) han provocado no pocas pérdidas materiales y humanas desde la antigüedad, debido a sus repentinas y desmesuradas crecidas.
Tarde de invierno. El sol apenas ilumina unas horas el fondo del valle y nos adentramos en la aldea de Las Casicas, bajando por la "calle principal" hasta el fondo de la misma.
Aguzando la vista veremos algo que nos interesa para el final de la ruta. Una vetusta tubería que se descuelga desde La Toba hacia el río.
Seguimos calle abajo y pronto veremos a la derecha y abajo, separada de las casas nuevas, una edificación antigua parcialmente reformada en el cuerpo principal, junto a una enorme encina. Al lado de la encina, se encuentra el colector de agua del viejo molino.
Un caminillo con suaves escalones de tierra nos conduce a la parte posterior donde nos damos de bruces con la boca del molino. El edificio fue adquirido hace unos años por una pareja valenciana que tenían intención de reformar la casa y ofrecerla como alojamiento rural. Tuvimos el privilegio de que nos enseñaran el interior del molino. Todo era original y daba la impresión que aquella prehistórica y polvorienta maquinaria podía echarse a funcionar en cualquier momento. Está en perfecto estado de conservación incluidas las enormes correas textiles de transmisión.
Desgraciadamente estos gentiles chicos no estaban en la casa este día y solo pudimos fotografiar la zona de generación del movimiento.
El mecanismo lo componen dos ruedas paladas, una muy antigua completamente de madera y otra algo más moderna con palas metálicas. Ambas son solidarias a unos gruesos ejes de madera.
El agua impacta sobre las paletas saliendo por dos bocas cónicas derivadas del tubo de aporte principal de agua.
Desparramadas por los alrededores podemos ver antiguas piedras y otras no tanto, como esta llantada.
Las intenciones de estos chicos eran o son de lo más loables, pretendiendo, además del alojamiento rural, restaurar por completo el molino y convertirlo en una especie de centro de interpretación, salvando de este modo esta reliquia. Pero la intervención debe ser costosísima y no sabemos en que estado estará el proyecto. La crisis económica puede perjudicar seriamente esta buena iniciativa. La administración debería hacer algo porque el tejado está en muy mal estado y corre serio riesgo de derrumbe.
Desde el molino arranca una veredilla poco visible que, a través de un pedazo de tierra de labor flanqueado por enormes cedros, nos interna en el cauce del río Segura.
El Puntal de las Buitreras, se muestra colosal desde aquí abajo, como un inexpugnable Eiger serrano.
Alcanzamos el cauce y vemos un Segura con abundantísimo y pristino caudal.
La vegetación es espesa y muchas zonas están cubiertas por amasijos de troncos y ramas, fruto del arrastre del río.
Pronto tenemos a la vista la primera cascada. El agua procede de la fuente o manantial de La Toba.
Para tener una buena perspectiva de esta cascada hay que trepar un poco entre enormes bloques de toba y eliminar así del campo visual ramajes y broza varia. Hay que tener mucho cuidado pues un resbalón podría ser fatal.
A pesar del caos rocoso y vegetal, el avance es bastante intuitivo.
Esbeltas formaciones turriculartes en los Poyos de La Toba.
El río parece emerger de las cuevas que forman los grandes peñones caídos al cauce.
Hacia atrás el Puntal de La Carrasquilla, apéndice sur del Calar del Cobo, se muestra impresionante.
El otoño fue prometedor, con abundantes precipitaciones y temperaturas bajas pero el invierno no está siendo particularmente crudo. Aun así, charcos y chorreaderos se mantienen congelados a estas horas de la tarde.
Seguimos nuestra ruta y sin darnos cuenta vamos a dar con la canal de abastecimiento del molino. El agua transportada por la acequia también iba "por su pie" a numerosos "piazos" y huelgas donde se cultivaba todo tipo de vegetales.
Inevitablemente, el vernos avanzando por el borde de esta canal nos recuerda, salvando las diferencias, a las espectaculares levadas de Madeira. Pero es un tramo muy corto, los desprendimientos han destruido gran parte de la conducción. Cuenta Domingo, pedáneo de Las Casicas e infatigable hortelano que, durante un tiempo, estuvo manteniendo el canal : "Mae mía, que fatigas pa podel regal, ahora no haría eso ni loco, con lo malo que está eso". Uno de los desprendimientos del muro lo solventó con trozos de tubo de PVC y chapas de bidones que aun aguantan.
Para salvar la zona de derrumbe hay que ganar altura por el empinado terraplén y pronto veremos la segunda cascada.
La Molata.
El Majalón a la luz de la tarde segureña. Desembarcamos en el cruce de entrada a La Toba, junto a la vieja apisonadora. Desde antiguo existía un artesano puente de madera para pasar de Las Casicas a La Toba. Las riadas se lo llevaban y los lugareños lo reconstruían. Esa dinámica se acabó hace tiempo. Ahora continuamos nuestro camino entrando en La Toba.
Merece la pena asomarse a la bóveda del molino.
Hemos de atravesar toda la aldea. Nuestra referencia es una casa pintada de rojo. Junto a ella arranca una vereda que daba acceso a las huertas situadas bajo los acantilados de toba.
Una característica singular de la aldea. Las antiguas, y bien integradas en los travertinos, cocinillas, porquerizas y demás instalaciones auxiliares. Es, prácticamente (con el viejo molino), lo único que queda en la aldea de un reciente pasado casi olvidado.
La visita a la instalación hidroeléctrica no es el principal aliciente de este tramo. Es el descenso en sí mismo a la dinamo, por el retorcido sendero que nos conduce junto al enorme murallón de toba cuyas numerosas oquedades están o estaban dedicadas a cobijo de ganado.
Entre numerosos zarzales, alcanzamos la caseta de la dinamo. Es una construcción austerísima de bloques de cemento y tejado de uralita en cuyo interior
se encuentra la vieja maquinaria.
La instalación ha sido destrozada, aparentemente por disfrute porque no parece faltar nada. El cuadro de mandos tiene rotos todos los "relojes".
La toma de agua se encuentra junto al lavadero de la aldea. El orificio esta "sellado" con una sencilla chapa que solo impide parcialmente el paso del agua por lo que sigue saliendo agua por los conos reductores de la tubería de presión.
La turbina ha sido desguazada y el eje está tirado en el suelo.
Rotores gemelos para una máquina sencilla y elegante. Es una pena encontrar en este estado esta instalación. Uno piensa, a veces, que todo lo que nos venden relativo a las energías renovables, ecología y demás patrañas son eso, patrañas. Es esta una de tantas minicentrales abandonadas que podrían seguir en servicio con una mínima inversión. Penoso.
Salida de agua.
La naturaleza sigue siendo fuerte por estos lares. Pronto, nada quedará de esta heroica maquinaria.
Una cosa se nos ha quedado en el tintero que trataremos de incluir pronto en el blog, la visita al interior del molino de Las Casicas. Continuará...
Tiempo empleado en ida: 2 h.
Fecha de realización: 29-12-2012.
Distancia (ida y vuelta): 1,75 kms.
Desnivel positivo: unos 90 mts.
Dificultad: media.
Época recomendada: Todas incluso en verano.
Fuentes: En las Casicas.
Distancia desde Prado Maguillo hasta el inicio de la ruta: 18 km. aprox. (40 min.).
Aviso importante: Adentrarse en el cauce de los ríos de nuestra sierra puede ser peligroso especialmente en época de tormentas. El caudal puede aumentar mucho repentinamente. Es un ecosistema extremadamente frágil por lo que debemos extremar nuestro cuidado.
Medidas compensatorias: recogida de varias latas de bebida y bolsas de plástico.